Andrea Galindo Camelo - Nebla
Yo también crecí pensando que dibujar solo era aquello que se hacía con un lápiz. Desaprender eso, como muchas otras cosas, fue lo que me permitió llegar a los dibujos que creo hoy, en los que casi nunca uso lápiz y papel. Porque dibujar es mucho más que eso, lo aprendí, o quizás lo desaprendí, cuando el reto en una clase fue dibujar a través de una acción y yo elegí: morder. Ahora, para mí, el dibujo es el resultado de una mezcla entre materiales y acciones. La herramienta que nos permite reconstruir nuestra memoria, mostrar nuestra propia perspectiva y generar imágenes después de un proceso de ensayo y error, un proceso no muy alejado del método científico. Por eso, me he dedicado a explorar diferentes formas de dibujar, por ejemplo: trazando líneas sobre un espacio a través del GPS de mi celular, donde un espacio geográfico se vuelve mi lienzo. O dibujando sin gafas, para obtener una imagen desde mi perspectiva totalmente borrosa, gracias a una miopía que me acompaña desde los 7 años. Inclusive, he podido expresar el dibujo como una mentira, que me permite crear realidades a través de líneas, trucos que parecen magia, imágenes a alta velocidad que nos hacen creer que están vivas, que están moviéndose, aunque en realidad sea todo una ilusión. Por eso, para mí el dibujo no es solo el fin, es todo el proceso, porque me permite relacionarme con mi cuerpo un territorio que solo yo puedo habitar, al igual que mis emociones y mi memoria, y el dibujo es el que me permite compartir el cómo yo habito este territorio singular. Además, me da la oportunidad de relacionarme con espacios privados, públicos, con otros seres y sus territorios. El dibujo es la herramienta que me ayuda a compartir mi perspectiva, crear ilusiones, reconstruir mi memoria y disfrutar del re-conocer como un proceso cotidiano en una vida que lo único seguro que tiene es que es impermanente.